“Logramos cosas que nunca se habían conseguido”, infló el pecho Sánchez, un símbolo del Albo...
Los ojos vidriosos denotan la alegría de un nuevo hito en la historia de All Boys. Cambiasso le revolea la camiseta a la gente; Fernando Sánchez se abraza con Panceri, Rudler y Ferrari, los “hijos” de una generación que lleva tres años de puras alegrías para la historia del club. “Logramos cosas que no se habían conseguido nunca”, dice el Cabezón. A la fiesta se suman Casteglione, con su primer gol en el Albo, y JP Rodríguez, quien escribe su nombre entre los goleadores charrúas del fútbol argentino. All Boys es un grupo que responde a un proyecto de largo plazo, liderado por Pepe Romero. Parece haber llegado para quedarse y sostiene su sueño en una definición de su capitán, Cambiasso: “Somos 11 leones para recuperar y 10 para jugar”.
Nadie quiere despertar de este sueño. Es que los que están, los que juegan, los que dirigen y los que conducen sienten que esto es un premio. “El gran mérito es haber mantenido la base y haberla potenciado con jugadores que nos dieron el salto de calidad en Primera”, dice Sánchez. Pero no sólo de los jugadores es la sensación: “Este es un triunfo de la gente, la misma que nos tuvo paciencia”, grita el presidente Bugallo. Es que este All Boys desafió a todos. Bancó los jugadores de la B en un Nacional que decían imposible. También los sostuvo en Primera y hoy se anima a soñar. “Falta mucho, es cierto. Pero estamos por el camino correcto y buscando la total adaptación”, dice Rodríguez.
All Boys está dulce. Su desafío es seguir escribiendo historia. Si los interpretes no cambian, entonces el sueño seguramente se transformará en realidad.