River jugó muy mal y All Boys aprovechó cada centímetro que le dio el equipo de Cappa. Llega al Súper con una racha de siete partidos sin ganar.
Se puede coincidir que jugar bien, más temprano o más tarde, trae buenos resultados. Tanto se comulga con una idea como esa como que este River juega mal y que rápidamente le trajo malos resultados (hace siete que no gana). All Boys trabajó el partido minuto a minuto y, más allá de que sobre el final hubo dudas con una agarrón Pavone en el área, debió ganar el partido. Y lo ganó.
No se trata de concepciones filosóficas. No hay sistema que aguante cuando un equipo no tiene pase. No hay táctica que se sostenga si no provocan llegadas de gol. River cumple el comienzo de los partidos con su ABC de tener la pelota, de controlarla. Pero después, no sabe bien qué hacer con ella. All Boys aguantó el primer aluvión hasta que se dio cuenta que Buonanotte y cía. eran inofensivos en su área. Ahí se adelantaron unos metros y se animaron a jugarle de igual por el control. Tanto que tuvo un mano a mano de Matos, la más clara del PT.
Cappa metió a Ortega en la cancha y la salida de Grazzini, lesionado, parecía poner el partido en el eje: River ataca - All Boys contraataca. Sin usar las bandas, con poco juego asociado, River esperó "la" jugada que no llegó mientras Pérez García, que entró por el conductor del local, armó un jugadón por derecha, la defensa retrocedió mal y Juan Pablo Rodríguez entró tranqui por izquierda y sacudió la historia con un zurdazo.
La reacción anímica no fue la suficiente y la falta de ideas se abuchea. Mientras Fabbiani, gordo como está, mostraba su lucidez para jugar de espaldas, River chocaba. Sólo una apilada de Ferreyra pareció acercarlo al empate. El Ogro reventó el travesaño, Pérez García tuvo el segundo pero... El final, con Carrizo jugando la desesperada en un córner a favor, no cambiará el concepto de lo mal que jugó River. A Pavone lo tomaron levemente de la camiseta en el área y pudo ser penal, pero ni eso hubiera alcanzado para amortiguar el impacto de su pobreza futbolística.
