Carlos Madeo jugó por primera vez en el torneo y fue la figura de un All Boys que cerró el año con todo. Conocé a un rubio que para muchos pasa inadvertido pero que en Floresta es ídolo y referente. "Los muchachos me cargan cuando la gente grita mi nombre", dice.
Carlos Madeo puede comenzar a rodar su película. No tendrá la repercusión mediática que el film de Palermo, pero en Floresta sin dudas los cines estarán repletos. El “Madeeoo, Madeeooo…” que sonó ayer en la despedida del Albo de Primera es un merecido reconocimiento a un tipo que la pelea desde el silencio. Un jugador que nunca baja los brazos, positivo para el grupo y alejado de cualquier polémica, tuvo su debut en Primera a los 29 años y, una vez más, terminó siendo la gran figura de la cancha. “La verdad es que entrené durante seis meses pensando que iba a tener una chance en Primera, por suerte llegó en esta última fecha y estoy muy feliz”, dice Madeo en la intimidad del vestuario. Carlitos está chocho, afuera lo esperan los periodistas pero su tranquilidad y humildad no cambian. Ni siquiera esa ovación de la gente que lo hace poner colorado lo sacan de su eje. “Los muchachos me cargan bastante con lo que me grita la gente. Es que me ovacionan hasta cuando juego en Reserva, ja. Lo que pasa es que se identifican con mi manera de sentir el fútbol, con mi sacrificio y mi voluntad”, dice.
El Rubio nació el 31 de julio de 1981 en Capital Federal. Comenzó su carrera en el Deportivo Morón cuando el Gallo estaba en la B Nacional. Debutó en año 2000 y esa misma temporada sufrió el descenso de categoría. En la Primera B se convirtió en un referente del equipo, pero los malos resultados que acompañaron al Gallo hicieron que Madeo deba buscar otros rumbos para intentar dar el salto. Fue al Porvenir en el 2007, pero sin embargo su gran golpe de suerte le iba a llegar recién en la temporada 2007/2008 cuando pasó a préstamo al Albo. Esa decisión cambió su vida para siempre. Desde que llegó a Floresta no paró de festejar. “Es el cuarto diciembre que terminó feliz, ojalá que esto siga así”, dice el rubio que ascendió a la B Nacional en su primera participación siendo una de las figuras del equipo. Ya en la segunda categoría del fútbol argentino, se las arregló para ser protagonista. Siempre le trajeron algún central pero Madeo no bajó los brazos y escribió su propio destino. “A uno le gustaría jugar más, lógico, pero trabajo siempre de la misma manera y aprovecho las oportunidades”, cuenta. Lo hizo en diciembre del año pasado cuando le tocó entrar en Mendoza y marcó un gol que luego sería decisivo para que All Boy luche por el ascenso. Un ascenso que consiguió seis meses después y otra vez con Madeo como protagonista.
En el comienzo del año no le había tocado jugar demasiado. Apenas un par de veces en el banco casi lo dejaban afuera de la Promoción. El primer juego con Central lo vio desde afuera pero en Rosario fue titular y un valuarte para bancarse los delanteros Canallas y conseguir el ascenso a Primera. Sin embargo esa actuación no fue suficiente como para tener una chance en la A y mientras el Albo armaba su plantel para la experiencia en Primera, a Madeo le buscaban un club. “Yo me quedo a pelear un lugar”, repetía a quien le preguntaba. Y así lo hizo. Jugó en Reserva, fue una vez al banco y casi ni concentró con el equipo. Sin embargo la lesión de Casteglione y la expulsión de Domínguez le dieron la titularidad y la chance de volver a cerrar un año con todo.
“Hoy le demostré a Pepe que puede confiar en mi, tanto como titular como suplente. Tengo que hacer una muy buena pretemporada para poder pelearle el puesto a dos grandes jugadores que tengo por delante”, dice. Es que Madeo jamás sacará chapa, pero sí sumará su granito de arena a un grupo que sigue haciendo historia.