Ortega y sus compañeros cerraron una pretemporada inusual en Mar de Ajó. El Burrito se movió con cuatro guardias de seguridad, lo controló la Policía Bonaerense y hasta lo llevaban a comer en diferentes autos.
El sábado por la mañana casi 300 personas fueron hasta Parada 7 (un predio que queda bien alejado de Mar de Ajó) para ver al ídolo en acción. Su salida fue otra vez un caos. Ortega estuvo siempre de buen humor, con un perfil muy bajo y nunca queriendo ser el centro de la escena. Firmó algunos autógrafos, se sacó un par de fotos, pero ya en horas de la tarde el acoso se hizo demasiado tedioso y hubo que reforzar la custodia. Ortega decidió no hablar con nadie, la Policía cortó la calle enfrente al Hotel ya que unos 50 integrantes de la Filial del Albo en Mar del Plata, hicieron un banderazo y se sumaron a los habituales integrantes del paisaje en el ingreso del Nuevo Verona. El Burrito no salió del hotel para otra cosa que no sea entrenar. No se metió a la pileta, no caminó por la peatonal como el resto de sus compañeros y el momento de mayor relajación fue el sábado por la noche cuando se realizó la habitual cena de despedida.
El plantel ya emprendió el regreso a la Capital. Mañana tendrán libre y el martes retomarán la rutina en el predio de Tapiales. Ahí se espera un nuevo operativo de seguridad y para el miércoles el panorama será similar. El Albo jugará dos amistosos: por la mañana con Defensores de Belgrano y por la tarde con Nacional de Uruguay. Ortega jugará uno de los dos y en Floresta ya se preparan para una práctica con tribunas colmadas.